sábado, 8 de mayo de 2010

MI AVENTURA DE SER DOCENTE

Leí, hace algún tiempo, una frase en una enciclopedia, cuyo nombre no recuerdo, que dice: “el cómo enseñamos depende en gran medida de quiénes somos”. Es verdad, todos tenemos una personalidad, una manera propia de ser, un estilo de conducirnos y de enfrentar los problemas; aunque es bueno recordar que dicha personalidad no es estática, cambia conforme vamos interactuando o vivenciando con los demás, cambia cuando adquirimos conocimientos nuevos teóricos y/o prácticos con los que la reestructuramos, hacemos modificaciones o modelamos para encajar bien en nuestro entorno, adaptándonos, influenciándolo y disfrutándolo. Si, de nuestro ser surge el hacer, pero no siempre es una relación positiva. Muchas personas, se mantienen sin cambios, conservan actitudes que no son funcionales, ideas obsoletas, técnicas incorrectas, estilos devastadores, que traen como consecuencia listas de alumnos reprobados y estudiantes sin aprendizajes. Esteve inicia su ponencia hablando de la enseñanza como una profesión ambivalente. Creo que muchos docentes hemos experimentado los dos extremos de esta ambivalencia, sin embargo hay quienes se mantienen en el primer extremo, el de no encontrarle sentido a sus propias clases, porque no ha sabido aun, como despertar en el alumnos la pasión por el conocimiento o quizás porque no ha descubierto el mismo este goce que produce el aprender para enseñar y enseñar para aprender. Por eso Joubert decía que “enseñar es aprender dos veces”. Y vaya que se aprende al enseñar. Cuanto se enriquece uno, al ser analítico y critico de su desempeño porque te da pautas para mejorar, y que triste por aquellos, que por desgracia no están estudiando la especialidad, además que no lo desean, porque siguen trayendo bajo el brazo los amarillentos apuntes, que le aburren y desaniman al alumno.
En lo personal “la aventura de ser maestro”, tiene mucho que ver conmigo, hace 18 años cuando inicie a trabajar en el Colegio de Bachilleres, lo hice en lo que antes se le llamaba CRAE (centro de regularización y acreditación de estudiantes), con experiencia en la capacitación, la verdad me sentía muy segura, compre libros, los leí, diseñe actividad, prepare material para trabajo en clase, sabía que no sería exacto al trabajo de las capacitaciones con adultos, quizás porque por ser estudiantes de preparatoria no manejarían bien cierto vocabulario y tendría que utilizar algo más sencillo; pero como siempre suele suceder cuando haces planes con respeto a algo que no conoces, la imaginación es superada por la realidad. Al llegar me condujeron a un salón muy grande dividido en dos secciones, cada sección tenía dos mesas muy grandes y largas rodeadas de muchas sillas, un lado era la sala de maestros del sistema escolarizado y el otro era el aula para todas mis clases. Nada dividía las secciones solo una amplia distancia como de 3 metros entre los docentes del plantel y mi única aula. Primer impacto los otros profesores estarían entrando y saliendo, permanecerían algunos ahí, escucharían mi clase, verían obviamente como trabajaba con los alumnos, porque ese era también su espacio, no es tan fácil ser novato y que los expertos te observen. Segundo impacto: ¿una mesa? Y todas las actividades que diseñe, con sus tiempos para 6 u 8 equipos nada que ver con esa mesa. Tercer impacto ¿y el pizarrón? ¿Y el rotafolio? de perdida. Cuarto impacto ¿y los demás alumnos? Los grupos eran en una clase de 5 y en la siguiente de 23, y la siguiente de 30 y en la siguiente de 2, etc. Quinto impacto ¿repetidores? ¿Indisciplinados? ¿Han reprobado 3 veces la materia? Estos alumnos llegaban porque no habían pasado la materia en los parciales, el ordinario, la primera recuperación, la segunda recuperación así que ahí tenían su última opción. Con razón los maestros del escolarizado no habían tomado las horas era alumnos de los planteles de Cárdenas y Huimanguillo. De los maestros que me dieron clase cuando estudie allí, cero, el único que subsistía era el director y estaba muy lejos de tener el tiempo de enseñarme que hacer, nada que ver con la capacitación para adultos. Entre tres maestros contándome impartíamos todas las materias, recuerdo que empezamos y aun no firmábamos el contrato, me preguntaba ¿qué hacer? firmarlo y enfrentarme a la difícil faena de enseñar a esos chicos quien sabe cómo o me rendía, no lo firmaba y me incorporaba a trabajar en Villahermosa en una empresa de Capacitación que me ofrecía excelentes condiciones. Me quede a enfrentar el reto, nunca me podre arrepentir, porque aprendí muchísimo, diseñe rotafolios de cartón, hable e hice acuerdos con los alumnos para que comprendieran la importancia de leer, les hice aprender a tomar nota de todo lo que se decía, cada libreta debía ser un pizarrón, partíamos de saber cómo les habían enseñado los temas y que no les gustaba, que temas creían saber y cuáles no conocían, los que sabían algo bien, ayudaban a explicarle a alguien que no entendía. La mesa tan larga me obligaba a ir y venir, las explicaciones a las dudas eran personalizadas porque teníamos que ocupar los cuadernos para explicar, me animaba ver a estos muchachos llegar contentos, parecía que para ellos llegar al CRAE era una fiesta, pero en verdad se veían muy a gusto, no solo conmigo también con los otros dos maestros, porque parece que nos súper escogieron porque los alumnos con nosotros se sentían personas, por las condiciones del lugar no podíamos hacer más que considerar su opinión para las clases y fraternizar con ellos ya que en ese plantel, daban el espacio para el CRAE, pero era para alumnos regulares y por tanto nuestros alumnos eran vistos como los bichos raros que reprobaban por no decirlo de otra forma. Solo duro un semestre el CRAE ahí, después lo quitar por no haber la infraestructura. Yo continúe en el plantel que trabajo ahora porque el subdirector de entonces me ofreció horas de Orientación Educativa, porque los alumnos le hablaban muy bien de mí y que los entendía. Así que continúe allí, pero no olvido ese semestre que me hizo aprender a ser creativa y humana, a ver cada clase como una oportunidad de aprender a enseñar, al enseñar y vaya que tuve excelentes maestros en cada uno de esos alumnos. Estos muchachos aprendieron a pensar y analizar sobre sí mismos, creo que las condiciones de infraestructura les ayudo a verse a futuro, en la clase de Orientación, charlábamos sobre cómo les hacía sentir el espacio y las miradas de los demás estudiantes, tuvieron que sentir y pensar, para luego pensar y sentir que merecían darse la oportunidad de ser mejores. Yo aprendí a amar esta ocupación, al irme al sistema escolarizado, supe que tenía que hacer lo mismo, tomar el reto. Me he equivocado, la he regado mucho, inicie diseñando clases cuyo contenido se acababa a veces en 15 minutos y otras faltaba tiempo, y poco a poco fui tomando la medida correcta. La indisciplina de los alumnos ha sido un verdadero rompecabezas para mí, no entiendo porque debo tenerlos callados y sentados, yo los quiero activos y pensando, discutiendo formal e informalmente el tema. Hay maestros que los tienen bien quietecitos sin darles clase, mientras ellos se sientan a consultan sus mensajes o platican con dos o tres alumnos, yo no sé para que me ponen silla si nunca la ocupo, termino el día con los pies cansados de estar parada o caminando entre las sillas y aun así no tengo los resultados que espero con mis alumnos, sigo sintiendo que me falta mucho y me apura y preocupa, a veces he caído en actitudes como la de dejar a un lado a los muchachos que no quieren aprender y luego tengo remordimientos, porque como dice Esteve “No hay mejor regalo de los dioses que encontrar un maestro” y mis mejores maestros han sido mis propios alumnos, porque al no tener una formación como docente de la cual partir, tomo referencia de los estudiantes. De ellos aprendí que cada clase debe ser pensada en los temas y en el contexto que los incluye a ellos como al salón de clase. Busco no perder mi sentido humano en todo lo que hago, porque estoy absolutamente de acuerdo con Esteve, en ser sobre todo maestro de humanidad, por eso me gusta ser la Orientadora Educativa de mi plantel, para trabajar más de cerca con el lado humano mío y de mis alumnos. No sé si estoy bien o mal, sé que hago mi mejor esfuerzo, busco ser analítica, estudio, investigo y experimento, soy consciente de lo que he cambiado, cada generación de estudiantes se lleva algo de mí, y cuando encuentro a alguno y recuerda conmigo como eran mis clases puedo ver que he ido mejorando, pero aún falta mucho.

1 comentario:

yaarikaber dijo...

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